Tuve a Clipper desde que tenía 8 años, era un perro excelente; lindo, juguetón, bien portado, cariñoso, obediente... siempre estábamos juntos.
Con el tiempo empezó a envejecer al grado que comenzó a perder la vista, era más débil y menos juguetón pero siempre se caracterizó por su ser noble, fiel y muy faldero.
Cuando entré a la Universidad mi perro empeoró de salud, comenzó a quejarse de sus patitas a la hora de levantarse, después eran más frecuentes sus dolores, sobretodo en la época de frío, asimismo su vista seguía deteriorándose y yo cada vez veía a mi perro más enfermito.
Me acuerdo que siempre que cambiaba de alcoba me seguía porque le gustaba estar conmigo o con mi madre, le aburría estar solo.
Y para esas épocas recuerdo que hacía el intento por seguirme cuando me iba a otro cuarto pero no podía, le dolían sus patas, hacía un ligero quejido y mejor permanecía acostado donde estuviera.
A partir de ese entonces supe que había llegado el tiempo....
Pasé una semana muy difícil pensando que le quedaba muy poco tiempo junto a mi, lloré y lloré amargamente, sabía que era el momento.
Era un día antes de mi cumpleaños, el 22 de Octubre cuando lo vi lo note cansando, lo llevé a mi cuarto y lo acosté junto a mí.
Ese día mi perro se despidió de mi en los sueños. Habló conmigo, me dijo que me quería y que nos íbamos a volver a encontrar en un futuro y que tenía que dejarlo partir... Yo le respondí que lo iba a extrañar mucho, que lo amaba y que aceptaba su partida.
En mis sueños lloré y desperté con lágrimas en los ojos, lo miré, me miró y movió su cola...
Con todo el dolor de mi corazón le dije a mi mamá que lo lleváramos a que lo durmieran, ya no quería que sufriera un día más y ya nos habíamos despedido.
Y así fue... lo llevé y me quedé acariciándolo y hablándole hasta que sus ojos se cerraron y los míos se llenaron nuevamente de lágrimas..
...Donde quiera que estés TE AMO y siempre vives en mi corazón y en mis recuerdos....